Matthew McKinney, 17, heroína
Last Updated: Wednesday December 1, 2021
~ Escrito por Mary DeBoer (madre de Matthew)
Matthew era el típico adolescente, lleno de aventuras, travesuras y entusiasmo por la vida. Se enorgullecía de sus amistades y a lo largo de su vida hizo muchos amigos. Al ver su vida en retrospectiva, veo a alguien que siempre trataba de hacer felices a los demás, sin entender su propia tristeza.
Cuando tenía 13 años fumó mariguana por primera vez, pues un amigo lo retó a hacerlo. Siempre decía “mis amigos me apoyan”. Haría cualquier cosa por sus amigos y esperaba lo mismo a cambio.
A los 14 sus calificaciones escolares empezaron a bajar y notamos que su conducta cambiaba de feliz a enojada y a veces incluso violenta. Todavía tenemos los hoyos en las paredes que abría a golpes cuando se descontrolaba. El alcohol y los medicamentos de venta sin receta ahora estaban en su vida casi diariamente. Estaba viendo a un terapeuta una vez a la semana sin obtener grandes beneficios. Probamos programas de rehabilitación para pacientes externos en dos ocasiones; sin embargo, para nuestro horror, sólo aprendió qué drogas había por ahí y cómo usarlas.
En septiembre de 2003 enviamos a Matt al Reto Adolescente de Minnesota. Estuvo ahí cuatro meses. Fue expulsado del programa por robar jarabe contra la tos en una estación de gasolina durante un evento que había planeado la escuela. Matt me llamó por teléfono y me rogó que lo dejara regresar a casa. Me aseguró que había cambiado y prometió seguir nuestras reglas una vez volviera.
A fines de enero de 2004 regresó limpio y sobrio. Era el hijo que yo había conocido antes de las drogas. Era feliz, disfrutaba el tiempo con su familia y empezaba a destacar con su talento artístico y para escribir. La vida iba muy bien. La paz había regresado a nuestro hogar. Por desgracia, esa temporada fue corta. En abril, su viejo amigo de los “malos tiempo” regresó a la ciudad. Había vivido casi un año en Seattle con una tía. Al principio, Matt nos hizo caso y se mantuvo alejado de él. Sin embargo, sin que nosotros lo supiéramos, se reunía con él a escondidas. Matt salía después de irse a la cama y pasaba el tiempo con otros adictos. Dinero, joyas y cualquier cosa que no estuviera bajo llave desaparecían. Le quitó dinero a su hermana e incluso tomó de la colección de monedas de su hermano menor. Cada día era una batalla. Recuerdo haberle rogado a Dios que interviniera para salvar a Matt de sí mismo. Toda nuestra familia estaba destrozada y Matt y nosotros necesitábamos platicar.
El 14 de diciembre de 2004, Matt se escabulló de la casa por última vez. Yo lo llamé a las 10:30 esa noche y le dije que ya era hora de que volviera a casa. Me dijo que lamentaba haber salido sin avisarnos y que pronto regresaría a casa. Se oía bien y reía y hablaba como si no ocurriera nada malo. Más tarde me enteraría de que pocos segundos después de esa llamada, Matt se inyectó heroína pura al 66%. [Fue encontrado muerto a la mañana siguiente.]
El amigo de Matt [pasó] dos años en una prisión federal por mentirles a las autoridades sobre los detalles de la noche en que murió. [El traficante fue declarado culpable de vender la heroína que le causó la sobredosis a Matt. Actualmente está cumpliendo una sentencia de por vida.]
Yo sé que esto no me va a devolver a mi hijo, sin embargo, hubo justicia para Matt y para todos los chicos perdidos por la heroína y para los que se hicieron adictos a causa de esos traficantes.